La vieja fuente

El otro día volvía hasta la vieja fuente. Allí estaba, permanecí un largo rato mirando sin poder girar mi cabeza de sus gastadas piedras.
De su caño ya no se vertía la fresca agua.
Ya nadie pasaba por delante de ella.
Ningún niño saciaba su sed después de jugar en el campo viejo.
¡Dios!, ya no se escucha el rumor que dulcemente llenaba nuestros oidos. Ahora la hierba verde tapa todo el camino y parte de su base, esta oculta a los ojos de los demás, pero no a los mios, ya no a mis ojos, ahora veo claramente todo mi pasado.
La vieja fuente todavía permanece en el recuerdo, pero ya no es lo mismo.

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