Sensaciones placenteras

Hace unos dos mil trescientos años, Epicuro advirtió a sus discípulos que era probable que la búsqueda desmesurada de placer que los hiciera más desgraciados que felices.

Un par de siglos antes, Buda había hecho una afirmación todavía más radical al enseñar que la búsqueda de sensaciones placenteras es en realidad la raíz misma del sufrimiento. Dichas sensaciones son solo vibraciones efímeras y sin sentido. Incluso cuando las sentimos, no reaccionamos ante ellas con alegría; por el contrario, ansiamos más. De ahí que, por muchas que vaya a sentir, las sensaciones dichosas o emocionantes nunca me satisfarán.

Si identifico la felicidad con sensaciones placenteras y fugaces, y anhelo experimentarlas cada vez en mayor cantidad, no tengo más opción que buscarlas de manera constante. Cuando finalmente las consigo, desaparecen enseguida,y, puesto que el simple recuerdo de los placeres pasados no me satisfará, tendré que volver a empezar una y otra vez. Incluso si prolongo esta búsqueda durante décadas, nunca me proporcionará ningún logro duradero; por el contrario, cuanto más anhelo esas sensaciones placenteras, más estresado e insatisfecho me sentiré.

Para conseguir la felicidad real, los humanos necesitan desacelerar la búsqueda de sensaciones placenteras, no acelerarla.

Yuval Noah Harari. Homo Deus. Debate. 2016. Págs. 53-55.

Esta visión efímera choca con la idea capitalista de la felicidad, necesitamos cada vez más objetos fugaces para disfrutar, o placeres bioquímicos de corta duración, pero que nunca nos faltan. Esta es nuestra deriva, es en nuestra mano dónde podemos girar hacía otras sendas.

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